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LA HISTORIA DE GAZAPO (14)

Conste que dije: "Gazapo no forzaba los encuentros", eso no quiere decir que no los buscara.

En su calidad de bohemio, siempre estuvo en contacto con el ambiente artístico. Una noche, lo cautivó la voz y el sentimiento de una cantante, pero nuevamente surgió la barrera de su timidez, no se atrevió a hablarle personalmente, pero esta vez, combinó su timidez con un poco de experiencia; así que organizó, en su casa, una noche bohemia e invitó a todos los que supuso que podrían invitar, en forma natural, a la cantante en cuestión. Invitó a Todos... Menos a ella!

Sale sobrando decir, que la reunión, fue todo un éxito. La oveja se fue a meter solita a la cueva del lobo y pasaron muchos días sin que confesara, que lo que había parecido un azaroso encuentro, en realidad, había sido el resultado de una minuciosa preparación:

¿Recuerdas aquella noche..?

Si crees que fue casualidad...
¡Olvídalo!, deja que te diga esto:
Que no fue casualidad,
que yo mismo, inventé el pretexto.

Y es que... Quería volver a verte,
para conocer a la artista,
pero abajo del templete
y sin luces de pista.

Conocerte así, tal cual,
sin ninguna expectativa:
sencilla, muy casual,
¡pero con sangre de diva!

Y esa noche sin fin,
que la pasamos felices,
pude descubrir en ti
infinidad de matices.

Elegante, muy sensual,
discreta, pero llamativa,
una voz angelical
que a cualquier hombre cautiva.

Y no me lo vas a creer,
pero tengo muy buena vista.
Pude ver a la mujer,
que escondes tras de la artista.

Una mujer triunfadora,
defensora de su verdad.
Por otro lado, soñadora,
con tintes de soledad.

Sí. Te lo noté al cantar,
suspirabas de repente,
como queriendo olvidar
a alguien que estaba ausente.

Sin embargo ¡Eres fuerte!,
y disfrutaste cada momento;
estuviste bailando, sonriente,
mostrando tu temperamento.

Empezamos a jugar
y a ti, te tocó darme un beso;
ahí pude comprobar,
¡que no eres sólo de carne y hueso!

Que también eres corazón,
que vibra y que hace vibrar...
Ese mismo corazón
al que hoy debo abdicar.

Porque, lo que parecía un juego
que nos hizo divertir,
para mí ha sido fuego,
¡pero que debo extinguir!

Porque tú, volverás a la pista,
yo, a mi palco de honor,
tú, seguirás siendo la artista,
yo, tu eterno admirador.

Y si en un futuro lejano (o cercano)
nos volvemos a encontrar,
tendré este poema a la mano,
¡y te lo voy a entregar..!

Por si mañana me pierdo,
sepas que dejaste huella,
que vives en el recuerdo
de aquella noche tan bella.


Gazapo

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Publicado el: 01-07-2005
Última modificación: 01-07-2005


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