FELICIDAD.-
A la felicidad descontrolada
seguir pudieran horas de desdicha,
si del jolgorio la virtud cascada
del susto que se lleve igual la espicha.
Quien sabe si sobrando los prejuicios
ante el amor nos cueste ser sinceros,
quizás porque al tasar los beneficios
de pronto nos volvemos agoreros.
Que un gran placer será morir de infarto
y del golpe mandarse ya a mudar,
que si terrible fue a demás el parto
huelga del tema mucho lamentar.
Ojalá que el amor, y no la guerra,
a poner nos ayude un pie en la tierra.-
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