Te vi de nuevo gallardo ante mis ojos,
mirarme con los tuyos de manera.
Que pudiste captar en mi sonrojo,
que sigo siendo tuya, aunque no quiera.
Yo también advertí tu nerviosismo,
y en el claro mirar de tus ojasos,
que salimos de aquel obscuro abismo,
que nos tenía al borde del fracaso.
Hoy de nuevo disfruto de tus besos,
de tu grata y ansiada compañía.
Damos gracias a Dios por el regreso,
que nos devuelve la paz y la armonía.
|