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F U T B O L

Un poema para mi hijo Damián


En una cancha inmensa, de pastos siempre verdes,
veintidós se preparan para la competencia
y tiñen de colores al monótono césped
con sus vivas casacas. La pelota está quieta.

Un juez serio, de negro, en el centro del campo,
mira a los jugadores y a sus dos asistentes,
sincroniza relojes, pita fuerte el silbato.
En las tribunas cantan. La pelota se mueve.

Del medio campo parte un pase al área chica,
recibe el delantero que queda frente al arco,
sus nervios lo traicionan; el arco se le achica;
patea y la pelota va sobre el travesaño.

Las hinchadas disputan la primacía en cantos.
En la cancha se suda, se corre y gambetea;
los rivales se esfuerzan por conquistar un tanto;
un cuatro traba a un nueve. La pelota va afuera.

Mas tras la tensa espera la algarabía explota,
el balón cayó exacto sobre el virtuoso pie
que hace gritar el gol, porque ya la pelota
evadió los tres palos y se estrelló en la red.



Daniel Adrián Madeiro

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Publicado el: 16-12-2002
Última modificación: 00-00-0000


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