Padre acúname
en tu abrazo silencioso,
en tu quietud calmada
y en la brisa de tú aliento.
En tus mensajes mi alma se nutre,
me acompañan en el desaliento
cuando ávida de amor estoy
y desfallecen mis sentimientos.
Cuando ves que desmayo
me insuflas nuevos alientos,
renovados, con mas impetú
que me llenan de contento.
¡Confio tanto en tu amor!
¡Confio tanto en tu abrazo!
que fundirme así quisiera
unidos hasta el próximo encuentro.
Dame Padre tu dulce mano.
¿No ves que sin ella tiemblo?
Aunque adulto mi cuerpo es
mi alma como la de un bebé
apenas articula palabra.
|