Cuando se tiene fe dentro del alma
y Dios te acompaña en el camino,
nada te robará jamás la calma,
porque te enfrentas feliz a tu destino.
Cuando se quiebra tu fe, ante problemas
que a todos nos golpean en la vida,
se presenta ante ti el cruel dilema,
de no saber que hacer con fe perdida.
Más, si la fe te corre por las venas
y clamas a Jesús, que sea tu guía,
hallarás solución a tus problemas
¡viviendo con amor, con paz y valentía!
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