¿Que hay en tu mirada que embeleza?
¿Tal vez el lino de tus sueños,
o aquella sonrisa que guardabas,
la limpia mansedumbre de tus besos,
o el tímido temblor de tus palabras?
Yo se que tus deseos tienen alas,
que tus labios
convierten el mar en universo,
y me piensas con ardor y sin miedo,
que me quieres de forma diferente,
y me cuidas y arrebatas
con tu sola presencia.
Y por eso, amor mío,
y por tantas otras cosas,
te profeso la eterna pulcritud
del unívoco amante,
y pongo por testigo a la amorosa noche
que transcurre en el tiempo,
ahora,
siempre,
recostado en tu pecho,
acariciado por tus cabellos en desorden,
por el calor de tu piel morena,
y sobre todo,
por esa dulzura inagotable que regalas
al devenir de mis versos.
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