Siempre hay un adiós que pesa más que otro.
Sobre todo,
si entre sus pertenencias
también se lleva el corazón,
los pasos que siempre nos unieron,
y alguna que otra lágrima.
Siempre hay un adiós que duele más que otro.
Son aquellas despedidas
que no tienen retorno,
las que tenazmente
contienen una ausencia eterna.
Pero cuando se fue,
se le olvido una cosa,
no se llevó el amor,
no se llevó el cariño.
Y por eso yo ahora,
lo reparto, a veces lo regalo.
Pero así y todo,
Siempre hay un adiós
más duro que los otros.
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