Erase una vez una palabra,
que había nacido del silencio,
y que habitaba,
en las delicadas estancias del amor.
Erase una vez un hombre,
que amaba,
sentía,
buscaba...
La palabra era verso,
sentimiento,
concepto...
El hombre,
una débil reseña en la galaxia,
Y se encontraron el hombre y la palabra,
y unieron sus fuerzas,
de forma inquebrantable.
sellaron un trato con el cielo por testigo.
Tú serás,
dijo el hombre,
mi voz y compañía,
Yo seré tu amante
y cuidaré de ti toda la vida.
Y la palabra y el hombre,
se fueron a vivir al corazón,
y desde allí veían la luna,
entrelazadas sus manos,
entre el lirismo que sólo sale del alma.
Cada noche oían cantar a las estrellas,
y se besaban sin rubor y sin miedo.
Y el hombre y la palabra,
permanecieron juntos,
en un destino común,
que les cuidaba.
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