Casi se hablan los suspiros,
los ojos no pueden esconder,
lo que estruja el interior,
sin poder apenas abrirlo.
La voz entrecortada, hablas,
con verdadero sigilo, para
no molestar, ni dejar oir,
lo que no es grato al oido.
Se habla de miedos escondidos,
de dolores conocidos, no finitos,
del alma y del cuerpo, vivo,
de la esperanza, de la alegría,
de poder estar, de poder decirlo.
Renaces, vives, en cada respiro,
en cada ánimo que prodigas,
a ese nuevo amigo, conocido,
que lo está pidiendo a gritos,
sin voz, solo suplican sus ojos,
con la mirada, ese especial brillo.
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