Taciturna y soñolienta,
escucho sus palabras,
provienen de mis cavidades internas,
pues ahí es donde mora,
la voz bautizada
“conciencia”,
y mirando hacia dentro,
presto atención a los discursos,
analizando mis secuencias
y critica los malos augurios.
Debatiendo al corazón,
he aprendido a convivir,
a respetar y canalizar las penas,
me ayuda en mis mareas.
Esclava de mí,
yo de ella,
cuando nos visita “soledad”
siempre me acompaña,
es mi fiel compañera.
|