Me nace desde dentro una plegaria,
que fluye como el viento sobre el mar,
y vuelan mis deseos y te atrapan,
entre cantos y laudes mañaneros.
Pienso en ti navegando en el tiempo,
y me arrastra la luz hasta el destino,
que une tu mirada con la mía,
y la entrelaza componiendo una oda,
que se hará eterna melodía.
Es tanto el amor que te profeso,
que te busco sin tregua, ¡a todas horas!
y cuando creo encontrarte me embeleso,
y me rindo entre rosas y gardenias.
Me arrodillo ante tí, sabiéndome querido,
y desnudo mi alma totalmente,
para escribirte ¡Mi amor! lo prohibido.
Ya tranquilo me marcho sin demora,
con la conciencia bajo el brazo,
y un regreso infinito a tu dulzura.
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