Hasta pronto George Harrison.
Como fascinantes y esquivas aves
rondando un bosque noruego,
el sitar hace vibrar sus notas
en efímero instante eterno.
Ella canta.
Suave, dulce, tierna.
Etérea y fugaz.
El la toma al vuelo.
Grave, ardiente, protector.
La envuelve y domina.
Y juntos se funden
en armónica paz.
|