Sólo era una niña
cuando llegaste diciendo
que te marchabas
y pronto volverías.
Los días pasaban
y la ilusión de verte
con ellos fallecían.
Cuanto más necesité
el calor de tu compañía,
cuanto más necesité
las palabras y el apoyo
de tu gran sabiduría,
solamente me acompaño
la frialdad de tu ausencia,
que fue congelando
el recuerdo que de ti tenía,
e instalando carencias
en la más profunda fosa de mi alma,
que como aves sin alas, ahí anidan.
Creció una mujer,
con el reflejo
de aquella asustada niña.
Cuando creí
que la esperanza estaba perdida,
apareciste otra vez
y en un manantial de lágrimas
las contenidas emociones
se desvanecían,
después de despertar
de la horrible pesadilla,
sin pedir explicaciones
mis brazos , de nuevo te acogían.
Sólo era una niña,
que necesitaba aferrarse,
a parte de quien le dió la vida.
Sólo necesitaba tenerte cerca, padre
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