He leído maravillosas letras
sobre el mar,
que yo sin ser poeta,
pero que me cautiva tanto esa inmensidad,
me atrevo hoy a plasmar
en confusa analogía al mar
y al alma de una mujer:
dos esencias
que se reflejan , sin saber,
cual espejo en la naturaleza;
tan parecidas y de diferente procedencia.
Tanta similitud en esa profundidad;
el alma, esa inmensidad;
que guarda tesoros escondidos,
a veces echados al olvido,
y que es capaz de abrazar
con calor indescriptible;
y en oleadas ahogar...
Cuando se presenta la tormenta
manifiestan
con su agitado oleaje
su coraje
con tal intensidad
que es impredecible
saber lo que habrá de pasar.
Mar agitado de pasiones
mostrando sus emociones;
cuando el mar reclama lo suyo arrasa;
el alma apasionada la gloria alcanza
Mar de emociones encontradas
de sensaciones agitadas
cuando la tristeza azota;
al ver alejarse la alegría
con sus alborotadas olas
muestra su rebeldía,
¿Por qué tanta agua no calma
la sed del alma?
Mar confundida que la orilla anhela
al golpearla insistentemente tratando de alcanzarla;
mar que al llorar su sentida pena
desea regresar a la paz del alma
Mar que te aquietas para aparentar
enviando tus olas que vienen y van,
oleaje cansado de tanto llorar;
lágrimas calladas, que te hacen desbordar
Y al desbordarse los sentimientos
por tristezas o sufrimientos,
se ahoga el alma en lágrimas,
que pareciera ser, esta inmensidad,
la fuente de donde provienen saladas
gotas que desborda la mirada
Mar inmenso que desborda inundando
el universo
con lágrimas de la eternidad.
|