Vuelvo de un espasmo profundo,
en donde nos fundimos de savia,
desgajando la piel y algo que confundo
con tu vida abrazando a la mía.
Aquí en esta noche hay lágrimas,
no porque yo las provocó
no por que tu seas,
si no porque este amor nos convoco.
A veces despierto y viéndote dormida,
me pregunto: ¿Que Dios te habrá mandado,
en un siglo cósmico a buscarme? Y me ha encontrado.
|