Si fueras mía, flor de fuego,
te digo que en mi alma
estaría clavada tu sonrisa.
Y que el más puro anhelo
que en ella adora y canta
te lo entregaría ardiendo
como el mismo sol al universo.
Si fueras mía, te juro, no habría muerte
no habría vacío, ni distancia;
ni noche eterna, ni pena inerte;
ni el dolor de la ignorancia;
ni vacío que la oscuridad refleje.
Si fueras mía,
tan sólo si lo pensaras talvez,
te diría te amo con la mirada
y con un beso suave y sin falsía
te ofrecería en un ánfora divina,
mi humano corazón.
Si fueras mía,
seríamos dos llamas
un solo nombre que se confunde,
entre altar y redención.
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