Si me muero en la sierra del tiempo,
y se fueren desnudos mis sueños,
no me busquen ni santos ni lujos,
ni siquiera madera de roble.
Si por suerte me muero descalzo,
que me limpien el alma los duendes,
que me entierren en vino las hadas,
y me canten un requien de Mozart.
Yo no quiero la muerte, lo juro,
ni evitar que la vida se vaya,
solamente deseo en silencio,
que se lleven al mar mis lamentos,
mis temores, mis penas y un manto.
Y si el alba no llega entre rosas,
ni la luz me acurruca en su seno,
yo te pido mi amor que me asistas,
que me traigas poemas de Lorca,
y también azucenas y dalias.
Y si el vino que alegra los sentidos,
perfumando con su aroma mi alegría,
por causa de algún mal no me llegara,
le dices a la muerte que se vaya,
que jamás regrese hasta mis playas.
Nota: Porque el vino y la esperanza,
son dos productos que no deben faltar,
en la despensa del corazón del hombre.
También para ti AGUSTIN, mi buen amigo.
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