Mujer que habitas en el tiempo,
en los mares de sales perfumadas,
en sus confines,
en las inmensas orillas de los rios,
y en los surcos perennes de las lágrimas,
regresa hasta mi casa, allí te espero.
Abriré todas las puertas y ventanas,
y de alfombra te pondré mis brazos,
ataviando con besos tu presencia,
acallando los ruidos
que ahuyentan el amor,
y escribiré para ti
el más dulce de los versos,
entre rosas, lino y esperanza.
Buscaré entre los mares de plata,
los recuerdos que volaron en pos del infinito,
equivocando el rumbo.
Y con todo en la mano,
con los sueños,
con el alma guardada,
te esperaré en la alcoba para amarte.
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