El llegar a un nivel en cual se dice basta,
el punto de silencios y de sueños envueltos
en más sueños, el llegar a escribir un final
que sea como un comienzo en la vida,
tan certero como la risa de los niños
e inmensa como las enseñanzas de los
ancianos.
Tener la posibilidad de conjugar palabras
para hacer un epitafio de recuerdos,
que sean un libro abierto ante la profundidad
de anhelos que colman la vida mientras se
vive, tan común como la muerte y tan
especial como la vida.
El decir fin, no termina con la esperanza,
es solo el letargo de un cuerpo esperando
el suspiro de un ángel para renacer
en la mirada de alguien más, tan verdadero
como sea posible y tan simple como el decir
gracias…
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