He visto tu silueta en las esbeltas montañas,
he contemplado tus verdes ojos en frescos paisajes,
he creído escucharte en el viento de la mañana
y circulando por caminos, has cruzado en visajes.
Y siempre es así, te miro, te admiro y te escucho;
sé que puede ser una fantasía, pero me fascina
y en el sigiloso canto de las aves, como murmullo,
creo identifcar tus palabras sabias y precisas.
A la memoria de mi inolvidable madre
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