Te escribo esta mañana, para decirte
que extraño de tu boca enrojecida;
Los besos que me clavaste como lanzas.
como un rayo que atraviesa la noche oscura.
Te escribo este poema porque extraño:
los latidos de tu pecho blanco y suave;
y tus piernas que nacen como un río
de las curvas eternas de tu vientre.
Te escribo esta noche de luna,
porque la paz se me agota como el tiempo;
porque tu alma se me dibuja en la mente como sombra
y tu recuerdo se me enreda aquí en el pecho.
Te escribo esta madrugada de invierno,
en que toca ya la muerte mi ventana,
y no extraño ya más tu cuerpo perfecto.
Mi deseo es mantener un recuerdo constante:
ese que me regalaste aquella noche;
esa mirada de fuego, ese regalo infinito;
esa noche en que dormimos a la luz de una vela;
esa noche en que los corazones se unieron;
esa noche en que se perdieron nuestros nombres,
esa noche en que besamos nuestras almas,
Esa noche pura y desnuda, esa noche,
en que casi hacemos el amor.
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