Brotaban tus saladas lágrimas,
al verlas por tu rostro resbalar,
supe que no eras una paciente más,
ellas y su silencio me dijeron,
cuanto necesitabas gritar,
para liberarte de ese nudo,
que no te dejaba respirar.
Tanto miedo callado,
ante la inminente enfermedad,
impredecible lo que has de esperar,
tanto sentimiento callado,
del que necesitas hablar.
Eres un torrente desbordado,
pero las compuertas que posees,
no pueden sostenerte más,
has de abrirlas, dar paso al caudal,
que lleva tiempo estancado,
y ahora necesitas soltar.
Dar cabida a aguas nuevas,
que nacen de otro manantial.
Arropada y desvalida,
como gorrión que desea volar,
al lado de los que amas,
y que ahora muy lejos están.
Tu miedo te aterra,
pero la esperanza es tal,
que acaricias el abrazo fraterno,
que pronto a tu lado estará.
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