Me bebes, dices y te digo bebo
de tus ojos la luz incandescente.
Sospecho tu pasión aunque no debo,
paladeando tu nombre tiernamente.
Que bebes mi palabra que te embriaga
y recorre tu ser morosamente.
Es que te hablaron de una niña-maga
que se convierte en sal opalescente.
Esa soy yo no dudes, ni lo niegues,
que tropieza mil veces con la luna,
la que goza del mar solo la espuma
la del delirio ciego entre la bruma,
la loca, la colmada de impostura,
que te dará su boca cuando llegues.
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