La leve seriedad de tu sonrisa
dibujose en el rictus de tus labios,
en la bruma de aquellos los resabios
surgidos de la faz de Mona Lisa.
Atràs de tus espaldas la cornisa
de un bosque en esfumino retratado
resalta el claro oscuro de tus manos
y de tu pecho la turgente prisa.
Dime mujer, de ayer encantadora,
el secreto de màgicos pinceles
que dieran al entorno de tus sienes
el marco insubstancial de aquellas horas.
Leonardo resaltò con toque sabio
en una cara oval de amplia frente,
la boca firme de contorno hiriente
y el esplendor capcioso de tu labio.
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