Ojalá el hambre no me tumbe abajo
esta seguridad en mi existir
donde sólo parece resistir
la idea firme de un tenaz trabajo.
Y nuevamente tenga que pedir
volver sobre mis pasos a destajo,
¿dónde si no encontrar el agasajo
que me permita merecer vivir?
Si metido a la fuerza en mis entrañas
a base de probar mi sentimiento
pasando los cincuenta años de edad,
ni huyendo de todo tipo de patrañas
quiero rectificar de pensamiento,
so pena de olvidar mi intimidad.
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