Cuando a nosotros mismos impedimos
el auge natural de nuestras vidas,
lanzando sin cesar sutiles huidas
poco metódicos tal vez lo fuimos.
Pues quizás con razón nos evadimos
temerosos de fuertes estampidas,
manteniendo las alas abatidas
porque ya nuestras fuerzas las perdimos.
Y el presente también nos acomoda
cuando cumplimos con dolor los años
al poner cada lápida en su puesto,
pues de poco nos vale cualquier moda
desenterrada para atar apaños
si el ánimo no está tal vez dispuesto.
|