Divinos los ojos tuyos
y privilegiados aquellos
que los han hecho suyos
a costa de mis celos.
Hermosos ojos de princesa,
que hasta la vez idolatro,
No me tenga su alteza
como un simple bellaco
Mirame,
que tus ojos me hablan
y me dicen, como en secreto,
lo que tus labios me callan.
Mirame, sin importarte
lo que piensa los extraños,
¿Qué habrán ellos, de preguntarte
cuando estes entre mis brazos?
¡Mírame!
¡Qué estoy muriendo!
Y mis ojos no se cerraran
si supieran que me estas viendo.
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