Y al final de los tiempos poco importa
que no entienda el lenguaje de las flores
si apenado de enérgicos rencores
al espíritu nada reconforta.
Pues ninguna alegría se soporta
cuando se pierden todos los valores,
y nunca volverán tiempos mejores
viendo que la ilusión también se acorta.
Así de reducida mi coraza
ninguna es la esperanza que me queda
para hacer de la vida el mejor sueño,
pues desde niño nunca fui a la caza
del verdugo que gracia me conceda,
por no querer morir en el empeño.
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