Porque nada galopa tan deprisa
que parezca del todo inalcanzable,
siempre me inclino a verlo razonable
sin tener que cambiar de pitonisa.
Tampoco caigo muerto de la risa,
esperando dormido irresponsable
que la vida me sea insoportable
cegado con el cambio de divisa.
Ni me quiero morir sermoneando
que la propia cultura me desmienta
un juicio que resulte convincente,
porque a la tradición siga rentando,
aunque se trate de una acción violenta
y la víctima sea un inocente.
|