No me retengas cárcel de dolores
si no me das amor ni me detestas
porque todos mis cálculos molestas
al quedarse mi estima sin honores.
Pues gozar ya no gozo tus ardores
y mucho menos cubro tus apuestas
las que entre sumas y un montón de restas
vas recubriendo el alma de temores.
Pues quizás el deseo que persigo
sea, demonios, el que más me asusta
aquí en el laberinto de mis pasos,
donde apenas retengo ni un amigo
porque tan sólo verlos ya me asusta
al reír como insólitos payasos.
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