No es quizás el amor menos tirano
que siendo un cicerón tan solitario
arrincone mi cuerpo en el armario
a la espera del gesto de un hermano.
Porque ese amor herido, no es en vano,
el único detalle hereditario
que veremos tornar en un calvario,
y que al fin suponíamos tan sano.
No sé si donde vaya sin cartera
he de llevar escrito en mi semblante
toda la angustia de un pasado añejo,
como un mundo de sombras por bandera
que haya de llevar siempre por delante
cerrando cada puerta con su rejo.
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