Ya no eres la estela de mi andar,
tampoco la playa por alcanzar.
Cuán lejos de mi corazón estás
¡Lo heriste como nunca jamás!
¡Oh desdichado y aciago día
en que creí morir de melancolía!,
en razón de tu trasegar
presentía la mala hora llegar
Pero cuán feliz estoy de no sentirte,
y de ti no saber ningún embuste,
y de tener a otra de consorte
alegrando el corazón que engañaste
Sólo queda el eco de las pisadas
y el aroma embrujado en el recuerdo,
de ingrata amante placeba
que hoy es seguro olvido
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