Porque mi queja abrasa como el fuego
disimular no puedo más el llanto,
pues aunque ser no soy siquiera un santo
gracias le doy al diablo, desde luego;
porque si mal que bien me alegra el ego
harto de discutir tal vez me aguanto,
y quien sabe si no logre algún encanto
dejándome llevar a gusto, ciego.
Porque del cuento nunca me he servido
para ir de zoquete por el mundo
presumiendo de estúpido demente,
tanto que desde que salí del nido
he sentido un respeto muy profundo
por todos quienes piensan diferente.-
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