Esconder la bondad también podría
huyendo como siempre he practicado,
sin tener que negar aquel arado
del que todo mi origen provenía.
Y porque de esta forma ya lo intuía
muy rápido me di por enterado,
al tener el macuto preparado
viendo lo que de frente se venía.
Así que cándidas razones sobran
para explicar esa escasez de apegos
que fácil me reprocha tanta gente,
y de veras que a gusto ya se cobran
al verme involucrado entre trasiegos
de los que ni me siento competente.
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