Como si un loco perro me siguiera,
serán mis ojos la conciencia pura,
la cruz que estando encima se madura
como payaso que de mí se riera.
Así funciona el alma mía entera
tratando de emplear su cruel cordura,
como si lista fuera su armadura
enarbolando libre su bandera.
Pues se desplaza rápida y veloz
por el mundo dorado de los sueños,
como Pedro camina por su casa
capaz de darle impulsos a mi voz
tal que pusiera todos sus empeños
en saber cuánto por mi mente pasa.
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