Si gracias he de dar callado al cielo,
pobre infeliz de mí, si por confiado
hoy me considerara afortunado
al dejar que un ladrón me tome el pelo.
Y a veces me corroe el desconsuelo
al verme por mi padre abandonado,
mientras persigo en cueros un aliado
que de pie me mantenga sobre el suelo.
Nacer pudiera yo quizás maldito
y bien escaso de mejor fortuna
a tenor de las cosas luego vistas,
tanto que ante el derroche yo me irrito
y tristeza no siento ya ninguna
aunque salir no salga en las revistas.
|