Y recuerdo tu canto en mi memoria,
pesadilla agradable de mis sueños,
cuando el eco sin voces de mis ceños
se escucha desde el alto de una noria.
De muy poco me vale ya la euforia
cuando ya mis deslices son pequeños,
ni siquiera valoro los empeños
que me reducen realmente a escoria.
Y aunque aún tu mirada me fascina
paralizando el pulso de mis venas,
evaluar no consigo el beneficio
que ensancharme pudiera la retina
amortiguando de una vez mis penas
que hoy día no me alejan del oficio.-.
|