Como jardín de rosas seductor
en mi triste guarida te presiento,
como busco en mi oasis tan sediento
el brillo de tu estrella tricolor.
Tanto que no me aprecio pecador,
y menos si mirando al firmamento
me sintiera incapaz en mi aposento
de obsequiarte con todo mi calor.
¿Cuándo voy a parar de comprender
que gozar el momento de un querer
no significa un punto sin retorno,
si yo solo me quito la palabra
por si mi corazón se descalabra
al ocultar del golpe su bochorno?
|