UN CALVARIO
Cuando la vida se convierte, creo,
en un calvario rudo y permanente,
mejor será drogarse de repente
aunque a nadie le alabo yo el deseo.
Tanto que me parece incluso feo
que no se tengan dos dedos de frente
para que de manera preferente
mandar no mande al vicio de paseo.
Pues sin pedirle cuentas a la vida
el destino se maneja a todo tren
tal que lo hiciera Pedro por su casa,
puesto que nadie existe que lo impida
y aunque se compre anfeta en todo a cien
cualquier realidad su vida arrasa.
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