SONETO CAUTIVO
TIRANDO DEL ARADO
Yo no sé si adiestrado
a contemplar el cielo sólo a trechos,
me cargué demasiado de pertrechos
que falto de esperanza terminé trasquilado.
Quizás fui por mis padres duramente educado,
que durmiendo en colchón raso de helechos
sobreviví inocente de los hechos
tirando del arado.
Renegar ya no puedo ni procede
una vez superados con creces los setenta
por carecer bastante de sentido,
y tanto que negarlo hoy día no se puede
puesto que la calvicie avanza lenta,
pero siempre sin pausa sin hacer mucho ruido.
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