ENÉADA
DEL ERROR SE APRENDE
De los errores se aprende, nuestras abuelas decían
pues sabias como ellas solas, las catástrofes intuían
y sin cortarse ni un pelo a todos nos advertían.
Resultaba interesante investigar el trasfondo
en el cual todas nacieron, y lo digo en plan cachondo,
la mayoría jamás, renegaron de Macondo.
Pues el hambre funcionaba, entonces como trinchera,
y mucha suerte tenía quien un mendrugo comiera
allá donde alguna presa, al alcance se moviera.
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