Son versos de rima consonante cuando se repiten todos los sonidos a partir de la última vocal acentuada (con acento prosódico) de la palabra final del verso rimado. Para comprender este concepto, véase los siguientes ejemplos:
Son versos de rima asonante cuando solamente coinciden los sonidos de vocales a partir de la vocal en la que recae el acento prosódico de la última palabra del verso rimado. Para comprender mejor este concepto, véase los siguientes ejemplos:
Ejemplo
flácido
montaña
desastroso
amar
describir
mueran
motor
mágico
agua
asomo
remediarán
cosí
querella
cañón
tácito
rápida
roto
vas
oí
cosecha
alcohol
hábito
plácida
tocho
manár
querubín
sea
no
ávido
ansia
beodo
ya
abril
aconseja
sol
ánimo
cárdena
vosotros
sagaz
sonreir
refriega
relación
En la rima asonante no se toman en cuenta ni las vocales débiles de los diptongos (u,i), ni las interiores de las esdrújulas. Por eso riman en asonante, con montaña: agua, rápida, plácida, ansia, cárdena, etc.
La frase "rima blanca" es un eufemismo para disfrazar la verdad de este tipo de versos = versos sin rima. Esta denominación agrupa tanto a las estrofas de versos que tienen una medida homogénea, como a los que carecen de estrofas y tienen diversas medidas. Por lo tanto, puede adivinarse que esta es la puerta por la que, sin darnos cuenta, nos adentramos en "la poesía de verso libre", eufemismo también para describir la prosa poética, esa que ni tiene medida, ni rima, ni estrofas uniformes, ni se somete a las reglas aquí descritas. Véase un claro ejemplo de rima blanca en este poema —en verdad bello— compuesto todo él de versos alejandrinos:
ELEGÍA POR JOSÉ ANTONIO OCHAÍTA
Me ha dejado tu muerte un sabor agridulce
que en muchísimo tiempo no se irá de mi boca;
un sabor machacado de retama y de tuera
revuelto con panales de la miel de tu Alcarria.
Tu verbo era fácil, tan hondo y castellano
que cuando comenzabas a hablar de cualquier cosa
saltaban las palabras, precisas, escogidas,
con un sonido alegre de tallados cristales.
Conocías de siempre a Dante y a Petrarca,
sabías de memoria a Horacio y a Virgilio
y en los libros pautados del canto gregoriano
entonabas latines sin errar una sílaba.
Tu verso era sonoro, delicado en matices,
clásicamente puro, de recias consonantes;
tal vez con influencias de Teresa de Ávila
y del viejo Arcipreste para ti tan cercano.
Cuando desempolvabas el siglo diecinueve
—tú que habías nacido a principios del veinte—
traías a nosotros pomporé de vitrinas
y una palabrería francamente graciosa...
En corros literarios, negándote decían:
¿Cómo escribe canciones siendo tan buen poeta?...
Olvidando los nombres de Marquina y Machado
y de que por montañas, también los hizo Lope.
Pero tú proseguías tu labor meritoria,
rimando sin descanso romances y sonetos
para luego decirlos igual en una plaza,
que frente a los tapices de unos Juegos Florales.
Tus ojos eran vivos, morados de crepúsculo. Tu voz
clara y vibrante, igual que una campana,
y diciendo tus versos, te bailaban las manos
en un aleteante, nervioso abaniqueo.
Pues bien, así has caído, como herido del rayo,
recitando un poema que hablaba de tu Alcarria,
una noche de julio, cuando daba la una
en todos los relojes de Castilla la Nueva.
POETA VIRTUAL no persigue ningún fin de lucro. Su objetivo es exclusivamente de carácter cultural y educativo, mediante la difusión de la poesÃa. Los poemas y cuentos presentados en este portal son propiedad de sus autores o titulares de los mismos.