Cómo me hubiera gustado que conocieran a Gazapo. Él era mi mejor amigo y un gran escritor. Y digo "era" porque, lamentablemente...
¡Gazapo está muerto!
Bueno, cómo no iba a estarlo. Qué marido, en su sano juicio, podría soportar que le escribieran a su esposa:
Y aunque debo ser prudente,
continuaré con mi empeño,
deseo volver a verte,
alimentar este sueño
y si hay que despertar
porque no está permitido...
Me consuelo con pensar
que soñar no está prohibido.
No cabe duda que Gazapo era un hombre enamorado. Desafortunadamente, o dicho de otra manera, afortunadamente para los que conocemos sus poemas, sus amores eran muy conflictivos, casi siempre estaban opacados por la sombra de un tercero y tal parece que terminaba por retirarse triste, meditabundo, con el alma, quizá quebrantada, pero satisfecha de haber amado con pasión, sin medida, con entrega, y casi siempre, hasta las últimas consecuencias:
Por eso, te digo adiós,
porque nunca podré ser tuyo,
porque nunca seré tu arrullo,
porque nunca seremos dos...
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