De lado a lado de la calzada hermosas jacarandas daban la bienvenida a los visitantes, sus ramas se entrelazaban y e impedían el paso de los rayos solares, la brisa traía el aroma de las pequeñas florecillas lilas que tapizaban la calzada y que al contemplarlas, alegraban la pupila a tal extremo que el espíritu volaba al Ser Supremo en un arrebato de amor y de contento.
Ricardo y Esther caminaban abrazados sin mediar palabra, casi se escuchaban sus latidos, enamorados, tejiendo mil sueños, mil ilusiones..., ella se desvanece y pega un grito de dolor..., Ricardo pide auxilio a los paseantes y allí mismo, enmedio de la calzada, de las jacarandas y de la alfombra de flores lilas de exquisito aroma, enmedio de natura en todo su esplendor, se escuchó el grito de un bebé..., había nacido una linda nenita, allí mismo escogieron su nombre, le pondrían Jacaranda.
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