Hace un tiempo que mi lupa de aumento, ve las cosas desmesuradamente adversas, todo es negativo o no positivo, y por no alterar lo alterado, por no insistir con lo trillado dej� mi pluma al reparo de los tiempos.

Fue entonces que la semana pasada, contemplando tanto archivo del pasado, tanto desborde emocional, acudieron a mi memoria, Don Ra�l y aquellos dos amigos que viajaban a verlo, a unirse multitudinariamente a escuchar sus palabras, tan llenas de sue�os, tan plenas de nuevos caminos.
Aquellos amigos, correligionario uno y simpatizante el otro, lo sent�an muy cerca, es que �l hablaba con verbo encendido y convincente, de abrir las fronteras a las libertades, a la democracia y con la misma firmeza de su oratoria era capaz de pedir un m�dico para tal o cual sector del auditorio, inmenso en proporciones. Inaugur� una etapa de espacios abiertos, descomunales, desmesuradamente amplios, que superaban la capacidad de los estadios. Eran �pocas de la 9 de Julio, del Monumento a la Bandera, de expresarse sin cadenas, cuando todav�a no se hab�an ido. Y no era poca cosa, porque ven�amos del miedo, � y todav�a no se hab�an ido. Luego lleg� la euforia, mientras los dos amigos contaban los votos, encerrados en el cuarto de los chicos, correligionarios o no, segu�an ese voto a voto, mesa a mesa, distrito a distrito, �vidos de resultados.

El Dr. Ra�l Alfons�n gan� una elecci�n emblem�tica que llen� de esperanzas a no pocos argentinos. Luego el tiempo que todo desgasta y el olvido que todo lo borra, confundi� recuerdos, alter� fechas y se burl� de quien no pudo, no supo o no � Y los a�os glorificaron a otros y el pa�s se fue transformando en una larga historia de desaciertos y de largas colas frente a las embajadas. As� pues, nos quedamos sin hijos, sin ilusiones y fogoneamos como pudimos una historia personal que se iba achicando, como la de tantos otros.

Un buen d�a uno de los amigos se cans� de respirar pesares y all� quedaron las planillas compartidas de aquel voto a voto, que ya no ten�a el sabor del reencuentro con la democracia, ya se la hab�a conseguido y pas� a ser cosa de todos los d�as, tan com�n que hasta se la ignoraba.

El pasado diciembre, cumplimos (a los trompicones) un cuarto de siglo con la democracia, discutiendo soja si, soja no; retenciones si, retenciones no; campo si, cortes no; elecciones adelantadas, picard�as de los unos y los otros.

Y una noche de fines de marzo, se durmi� para siempre el Dr. Alfons�n. Se fue como los grandes, ligero de equipaje, dejando mir�adas de voces, de manos unidas, de rostros derramando profunda tristeza; senderos de seres purgando su pena, esperando por horas para ver a ese prohombre, para despedir a quien ya estaban extra�ando. Fueron d�as de sincera emoci�n y duelo ecum�nico,

Ojal� tanta despedida plena de reconocimiento y afecto, pula las aristas de la intemperancia y el pa�s se una, como ya lo vimos, en ese homenaje de todos los credos.

Dr. Ra�l Ricardo Alfons�n descanse ud. en paz que hay fragancia a futuro en estas Pascuas.

Marta B. Carrillo