Quisiera abandonar para siempre el encierro en el que se encuentra, sin siquiera escuchar una palabra de ese ser que ahora la maltrata, a través de la comida y las bebidas que ingiere. Que la daña y la obliga a trabajar con más esfuerzo y energía. De ese ser que se trasnocha y no hace ningún ejercicio físico. De ese ser que la tiene en el completo abandono y que además fuma y toma bebidas alcohólicas, pero que la ama y le demuestra que aún tiene esperanza de que cambiará su actitud, que dejará el alcohol y las drogas algún día, de que recordará que tiene una esposa y dos hijos por quién luchar, por quien superarse, por quien dejar los vicios.
Llega sudorosa por las prisas Matilde y encuentra a Ricardo en el suelo, transparente, pálido, en sus manos encuentra las drogas que ingirió. Su calvario ha terminado.
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