no descansarán nuestros versos bajo la inerte sábana del olvido
anaMía
CONTRALUZ
A contraluz me perseguían sus pupilas, dos enormes ópalos que sobresalían de la espesura de los árboles y que me acompañaban hasta llegar a la avenida. Un día se aventuró y salió de esa contraluz cautivadora, lanzando un maullido.
A contraluz me perseguían sus pupilas, dos enormes ópalos que sobresalían de la espesura de los árboles y que me acompañaban hasta llegar a la avenida. Un día se aventuró y salió de esa contraluz cautivadora, lanzando un maullido.