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El mundo gris

Hace mucho… mucho tiempo, cuando el hombre empezó a darse cuenta del mundo en que vivía, dicen que el mundo era todo gris. Era gris el cielo, la tierra, los ríos, el mar, las nubes, la luna y el sol, todo era todo gris. El campo, los árboles, las flores, las casas, los muebles, los animales, las personas, incluso su ropa, la lluvia, hasta el polvo era gris. Solo el viento y el tiempo no eran grises porque no se les veía, pero se sentía como si lo fueran
Sin embargo a pesar de que todo era gris, todas las cosas, los animales, las personas, todo tenía su propio nombre, quien sabe quién se dedicó a ponerles nombre, pero por su nombre uno podía distinguir una gallina de un burro, de un tigre de un pez o de un ave. Se sabía por su nombre, que el cielo era distinto del mar o la luna del sol.
Como todo era gris la gente por lo general pasaba la mayor parte del tiempo en sus casas, pues salir y ver todo gris, francamente no tenía ningún atractivo. A la gente se le veía indiferente, sin humor, como si estuvieran tristes y como no, si llevaban una vida completamente gris.
Pero sucede que un día todo cambió.
En un pequeño pueblo, en una casita al pie de una montaña, vivía un hombre mayor llamado Don Colorín Colorado, quien sabe porque se llamaba así, pues igual que toda la gente, era una persona gris. Le gustaba leer y mantenerse ocupado haciendo toda clase de reparaciones en su casa gris.
Un día que movió un armario, se dio cuenta que detrás de este había una puerta pequeña que nunca había visto, de tal manera que procedió a abrirla, se encontró con un cuarto pequeño y en ese cuarto gris encontró un enorme cofre gris, al abrir este se sorprendió cuando vio su contenido.
Había una brocha y un montón de frascos de pintura con colores que jamás había visto, pues el solo conocía el gris.
Tomó la brocha y la sumergió en el color blanco y le dio un brochazo a la pared gris, de inmediato todas las paredes se tornaron blancas, pintó la puerta de color café y todos los objetos de madera tomaron este color, al techo le dio un brochazo con el color rojo, rojo se puso todo el techo y todos los techos que había por ahí. Se dio cuenta que la pintura era especial porque por más que pintaba la pintura no se acababa.
Maravillado salió, le puso verde al jardín y a las hojas de los árboles; todo el pasto y hojas se cubrieron de verde. Pintó la luna de blanco y de rojo el sol. Como dentro del cofre también encontró un trapo para limpiar los colores cuando no le gustaban, le borró el gris al agua y esta quedó transparente y en los ríos poco profundos con la transparencia del agua se podían ver los peces, la arena y las piedras en el fondo, como si el agua fuera un cristal; sin embargo donde había grandes cantidades de agua como los ríos caudalosos o el mar, el agua se podía ver de un color verde o azul porque los rayos del sol en su recorrido le cambiaban el color.
Le puso café a la tierra y azul a cielo. A los animales y a las plantas y a las flores los pintó con una diversidad de colores para distinguirlos no solo por sus nombres sino también por su forma y su color.
A algunos animales o flores los pintaba de varios colores como a los tigres, las jirafas o a las mariposas dándoles una belleza singular. Incluso a las personas las pintó de negro de café, de blanco o de un pálido amarillo, les puso azul, verde o café en los ojos y rojo, amarillo, castaño y negro a sus cabelleras y blanco a las personas de mayor edad.
Ahora que había tantos colores, la vida parecía distinta, los pájaros cantaban, la gente también, las gallinas cacareaban, los caballos relinchaban, los leones rugían, graznaban los patos, en fin todos los animales sacaron los sonidos que llevaron callados por todo ese tiempo en que la vida era gris.
Podía distinguirse fácilmente la noche del día y la gente salía de sus casas contentos porque el color que había en todas partes les hacía sentirse felices, se les había llenado de color la vida.
Don Colorín Colorado recorrió el mundo dándole color a lo que antes era gris y cuando sintió que ya no había nada más por pintar se sentó a descansar, pero de repente se dio cuenta que había algo que no había podido pintar en las personas, porque les había pintado el pelo, los ojos, los dientes, las uñas, la piel, pero… y los sentimientos?
Porque cuando una persona estaba enojada, frustrada o cuando perdía algo querido, terminaba generalmente por ponerse triste e incluso le daba por llorar y daba la impresión de ser nuevamente una persona gris.
En eso estaba, cuando vio pasar unos niños riendo y corriendo para alcanzar una pelota y cuando la alcanzaron, gritaban de alegría. Eso es, dijo, esto no se arregla con un color y entonces les pintó a toda la gente una sonrisa invisible para que todas las personas la pudieran usar cuando quisieran, sobre todo cuando tuvieran una pena, es decir cerrarle la puerta a la tristeza, porque la sonrisa anima y alegra no solo a quien sonríe sino a quienes le ven sonreír. Este mundo, decía don Colorín colorado, con tanto color, ya no es para sentirse triste. Así que si cambias la tristeza por una sonrisa, te llenaras de fuerza, de entusiasmo, de alegría y con eso le darás color a tu vida. No se te olvide que dentro de ti siempre hay una sonrisa que puedes sacar a la hora que tú quieras para que puedas cambiar el enojo o la tristeza por algo más agradable… la vida se ve mejor cuando uno sonríe.
Bueno… dijo al fin Don Colorín Colorado, creo que ya está todo pintado y habiendo terminado… pues también este cuento, lo doy por acabado.


Gatica

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Publicado el: 27-11-2017
Última modificación: 00-00-0000


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