El día de las Lupitas, como ella se llamaba, Luis, su esposo le regaló un auto Ford Focus del año. Lupita se abrazó de Luis y le besó con amor y le dijo: Vamos a la iglesia para que bendigan el automóvil, sin embargo su marido le comentó que el templo estaba cerrado a esa hora, entonces decidieron comer en casa. Lupita inquieta por saber de qué color era el auto, le pidió a Luis se lo mostrara para darle una vuelta a la cuadra y salieron juntos a verlo, pero se llevaron una sorpresa, el automóvil había desaparecido. Lupita lloró amargamente por el robo del auto que ni siquiera había visto, Luis la consoló y le dijo que no se preocupara, que iría a la Delegación a levantar el acta y que al día siguiente tendría otro auto igual. Muy temprano abrieron la puerta principal de la manción y frente a sus ojos, estaba estacionado el auto Focus color rosa, lucía impecable, no le faltaba nada, había un letrero en el parabrisas: La llave del motor está bajo el asiento derecho, disculpen las molestias que le causé..., tuve que tomar su automóvil unas horas para llevar a mi madre al hospital porque estaba en estado de coma, agonizando. En agradecimiento les dejo en el tablero dos boletos para ir a la función de la opera Carmen que se presenta hoy en Bellas Artes, con la participación de Plácido Domingo. Mil gracias.
Ellos no podían creer lo que estaban leyendo, fueron a la iglesia, dieron gracias a Dios por haber recuperado el auto y después de pensarlo bien, decidieron ir a Bellas Artes. Efectivamente, Plácido Domingo estrenaría la Carmen esa noche. Al regresar su domicilio, encontraron la cochera y la puerta principal abiertas, la caja fuerte que estaba en la biblioteca vacía: faltaban las joyas, los dólares, los centenarios. Pero eso no era todo, los muebles y todos los blancos, también se los llevaron. Los vecinos al ser interrogados, comentaron que habían llegado dos camiones de mudanza con al menos 15 hombres y dos chicas perfectamente uniformados y que sacaban las cosas con sumo cuidado y anotando todo en unas libretas, por lo que ningún vecino dudo que se estaban mudando.
Cuento del señor Mario Maestro Marcín.
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